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Angustia, insomnio, inapetencia, dolor de cabeza, dependencia de sustancias, irritabilidad… A un 58% de los españoles, el trabajo le afecta a su salud, según Randstad, y un 25% de los trabajadores sufren trastornos relacionados con el estrés, según la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo (AEEMT). Policías, controladores aéreos, mineros y funcionarios de prisiones son los más proclives a sufrirlo, pero ni el profesor de instituto ni el taxista se libran. Estas dolencias pueden ser causas de baja laboral.

Estrés de despacho

Que una persona que ha ganado un bonus de nueve millones de libras tras dejar el Santander (aunque tuviera que despedir a 15.000 personas en Lloyds) alegue estrés es algo que no entra en la cabeza de muchos. Pero Margarita Olmedo, profesora de la UNED experta en estrés laboral, apunta posibles desencadenantes: «Presiones políticas, expectativas por encima de las capacidades, necesidad de control y dificultad para delegar, agendas imposibles…». Unidos, desembocan en sobrecarga laboral, a la que muchas veces se suma el conflicto de rol si se han de tomar decisiones en contra de los valores. Para Olmedo, dos tipos de personalidad son más propensas a padecer este estrés: «El tipo A, que gusta del prestigio, impaciente, impulsivo, y el tipo B, tendente a la inestabilidad emocional».

No puedo con mi jefe

Pero quienes fichan todas las mañanas o están tras una ventanilla no son inmunes. En este caso los estresores son otros: «Trabajo rutinario, horario rígido, dificultades para conciliar, problemas para llegar a fin de mes, obstáculos para desarrollar las habilidades creativas o para tomar decisiones respecto a las tareas que ocupan su día a día…», relata Olmedo. Francisco Estupiñá, de la Clínica de Psicología de la Universidad Complutense, añade otros: «Un jefe hostil, unos compañeros no reforzantes…». Sobre todo en personas «con poca seguridad, que se sienten cuestionadas» o «excesivamente perfeccionistas y rígidas» el cóctel puede ser explosivo. Aunque, como resume Estupiñá: «Lo importante no son las situaciones, sino lo que yo hago ante ellas, si reacciono con un no puedo con la responsabilidad / no puedo con mi jefe o intento buscar soluciones».

La crisis: ¿agravante o atenuante?

«El estrés no es causa de casi nada, pero estropea casi todo», explica el doctor Alfredo Rivelles, de la AEEMT. Así, no hay bajas por estrés laboral propiamente dichas, pero sí por ansiedad, depresión o patologías agravadas por él (dolores de cabeza o espalda, hipertensión, colesterol, diabetes…), hasta tal punto que se calcula que está detrás de un 60% de las bajas laborales. Pero, ¿se está incrementando este porcentaje con la crisis? Aunque el aumento de la ansiedad por la posibilidad de perder el empleo podría hacer pensar que sí, lo cierto es que hay «menos bajas de corta duración», según Rivelles. Le secunda su colega, el doctor Rafael Casquero, que analiza el fenómeno: «Aunque hay más enfermedades mentales, también hay más miedo a pedir la baja». El estrés puede estar íntimamente relacionado con causas de baja laboral.

Las claves para evitar causas de baja laboral

1. Objetivos. Lo prioritario es conocerse bien, saber lo que se quiere y qué se le pide al trabajo, fijándose unas metas realistas que se puedan lograr con un esfuerzo sostenible.

2. Tiempo. Se debe saber estructurar el tiempo, detectando las tareas más urgentes y sin aplazar, para evitar agobios de última hora.

3. Desconectar. La habilidad para distanciarse del trabajo es muy importante. Al salir de la oficina se deben dejar atrás los problemas de la oficina y pensar en qué viene después.

4. Compartir. Los problemas, compartidos, parecen menos. Es beneficioso buscar apoyos en el entorno para ventilar las preocupaciones laborales, pero sin recrearse en ellas.

5. Ocio. Se ha de recurrir a actividades que interesen, pero sin ver el fin de semana como el paraíso y la semana como el infierno (y los domingos por la tarde como la antesala del horror).

Fuente de Datos: adn.es
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